Por Thania Ochoa Armenta
¿Alguna vez has estado presente
en una fiesta de pueblo o has oído de ellas?
En México frecuentemente se hacen
fiestas organizadas por pequeños o grandes comunidades con el fin de celebrar a
su santo patrono. Al ser católicos, obviamente creen en Dios pero su santo
patrono es con el que tienen un enlace especial, ya que él es el que ha
protegido y procurado al pueblo desde su fundación. Sólo que los santos que hoy
se celebran fueron los sustitutos de los dioses prehispánicos para que la gente
se sintiera cómoda con la religión católica ante el encuentro de dos mundos.
Esto tiene como raíz en el México
Antiguo en los llamados calpullis (en
español se traduce como la “casa grande”), y era la manera en que se
organizaban socialmente los antiguos nahuas.
Los colectivos, unidos por parentesco, tenían en común la posesión de la tierra
y un dios patrono que los protegía. Muchos hemos escuchado de Huitzilopochtli,
pues éste dios era el de la élite mientras que cada calpulli tenía su propio dios. Es decir, los calpullis gozaban de autonomía religiosa, pero a su vez, en lo
estatal todos le rendían culto al importantísimo dios guía y fundador de tan
importante urbe.
En el México Antiguo las fiestas
podrían durar días sin que el alimento o música faltasen porque todo integrante
del calpulli cooperaba. Hoy en día persiste
esta tradición en ciertas comunidades del país, en la Ciudad de México hay en
Xochimilco o Milpa Alta, por ejemplo. ¿Qué esperas? ¡No esperes a que te lo
cuenten, vívelo!
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