Saturday 3 December 2016

Quedarse o vivir: últimos días de la Decena trágica

DANIEL MARES GARCÍA

-Hace 104 años, Francisco I. Madero y su familia tenían que salir urgentemente del país. No había opción pues si se quedaban, corrían el riesgo de ser asesinados

Sara Pérez de Madero hizo lo posible
por negociar con Victoriano Huerta
la seguridad de su esposo y su familia.
Después de haber sido traicionado, Francisco I. Madero fue hecho prisionero por órdenes de Victoriano Huerta, quien esperaba su renuncia a la presidencia la cual sólo firmaría si le garantizaban su salida segura del país.

      Conseguida esa seguridad, Madero firmó y su amigo Pedro Lascuráin asumió la presidencia, algo que duraría sólo algunos minutos porque enseguida presentó su renuncia y Huerta subió al poder. La esposa de Madero, Sara Pérez, tuvo un papel sumamente activo durante todos los días de la llamada Decena trágica: antes de la renuncia de su esposo, Huerta le aseguró que Madero estaría a salvo. Visitó además a distintos ministros plenipotenciarios para solicitar su apoyo pero solo algunos se lo brindaron.

“Que no quede ninguno con vida”

Mientras que Sara Pérez se reunía con su hija y la madre y hermanas de Francisco para irse todos juntos a Veracruz y tomar un barco que los llevaría a Cuba, Victoriano Huerta decidió cambiar de opinión. El ahora presidente ordenó a sus hombres que buscaran a todos los Madero del país y sentenció: “que no quede ninguno con vida ni con dinero”.

      La mañana del 22 de febrero todos los periódicos del país dieron la noticia: Madero y el vicepresidente José María Pino Suárez habían sido asesinados. El suceso ocurrió la madrugada de ese 22. Horas después, el padre del ya asesinado Madero supo lo ocurrido y rápidamente telegrafió a todos sus hijos para que salieran con urgencia del país. La familia más cercana se encontró en Veracruz y con ayuda del entonces ministro cubano Manuel Márquez Sterling lograron embarcarse rumbo a Cuba.

      El ministro Sterling escribió en sus memorias que antes de partir, la familia protagonizó “una triste escena de lágrimas”. Una sola noche bastó para terminar con la vida de un presidente y lograr que dejaran el país todos sus familiares. Cuando llegaron a Cuba, el pueblo y el gobierno recibieron a todos calurosamente. Debió ser bastante duro para ellos presenciar dicha bienvenida luego de huir de su país, donde hombres amenazaban con asesinarlos.

     Algunos años pasaron para que los Madero pudieran regresar a México sin correr algún riesgo y para que Sara Pérez diera entrevistas. En una de ellas, hecha en 1916, dijo que cuando se enteró que su esposo fue hecho prisionero, supo que dejar el país era necesario y que lo único que pedía era salir sin problemas. Hoy, con 104 años de distancia, sabemos que esa noche estuvo marcada por nada más que problemas. 

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