DANIEL MARES GARCÍA
-Hace 104 años, Francisco I. Madero y su familia
tenían que salir urgentemente del país. No había opción pues si se quedaban,
corrían el riesgo de ser asesinados
Sara Pérez de Madero
hizo lo posible
por negociar con Victoriano Huerta la seguridad de su esposo y su familia. |
Después
de haber sido traicionado, Francisco I. Madero fue hecho prisionero por órdenes
de Victoriano Huerta, quien esperaba su renuncia a la presidencia la cual sólo
firmaría si le garantizaban su salida segura del país.
Conseguida esa seguridad, Madero
firmó y su amigo Pedro Lascuráin asumió la presidencia, algo que duraría sólo
algunos minutos porque enseguida presentó su renuncia y Huerta subió al poder.
La esposa de Madero, Sara Pérez, tuvo un papel sumamente activo durante todos
los días de la llamada Decena trágica: antes de la renuncia de su esposo, Huerta
le aseguró que Madero estaría a salvo. Visitó además a distintos ministros
plenipotenciarios para solicitar su apoyo pero solo algunos se lo brindaron.
“Que no quede ninguno con vida”
Mientras
que Sara Pérez se reunía con su hija y la madre y hermanas de Francisco para irse
todos juntos a Veracruz y tomar un barco que los llevaría a Cuba, Victoriano
Huerta decidió cambiar de opinión. El ahora presidente ordenó a sus hombres que
buscaran a todos los Madero del país y sentenció: “que no quede ninguno con
vida ni con dinero”.
La mañana del 22 de febrero todos los
periódicos del país dieron la noticia: Madero y el vicepresidente José María
Pino Suárez habían sido asesinados. El suceso ocurrió la madrugada de ese 22.
Horas después, el padre del ya asesinado Madero supo lo ocurrido y rápidamente
telegrafió a todos sus hijos para que salieran con urgencia del país. La
familia más cercana se encontró en Veracruz y con ayuda del entonces ministro
cubano Manuel Márquez Sterling lograron embarcarse rumbo a Cuba.
El ministro Sterling escribió en sus memorias que antes de partir, la familia protagonizó “una triste escena de lágrimas”. Una sola noche bastó para terminar con la vida de un presidente y lograr que dejaran el país todos sus familiares. Cuando llegaron a Cuba, el pueblo y el gobierno recibieron a todos calurosamente. Debió ser bastante duro para ellos presenciar dicha bienvenida luego de huir de su país, donde hombres amenazaban con asesinarlos.
Algunos años pasaron para que los Madero
pudieran regresar a México sin correr algún riesgo y para que Sara Pérez diera
entrevistas. En una de ellas, hecha en 1916, dijo que cuando se enteró que su
esposo fue hecho prisionero, supo que dejar el país era necesario y que lo
único que pedía era salir sin problemas. Hoy, con 104 años de distancia,
sabemos que esa noche estuvo marcada por nada más que problemas.
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