Monday 12 December 2016

Siempre Tarde

Por: Brenda Ramos y Adriel Reyes.

Otra vez tarde. Detesto que me suceda, lo peor es tomar el transporte a esta hora, me preparo física y mentalmente para la batalla que me espera, es por eso que me sorprendo mucho al llegar a la parada del camión pues está totalmente despejada.
El camión llega a tiempo y cuando me subo, comienzo a pensar que la suerte parece estar de mi lado pues encuentro un lugar libre que tomo sin pensarlo dos veces. Ya sentada y con los audífonos listos para un concierto personal, saco mi libro de la mochila dispuesta a retomar la lectura, llevo unos cuantos minutos en eso cuando levanto la vista y todo lo que había leído desaparece de mi mente.
No es la primera vez que lo veo, pero siento como si fuera así y me tomo un momento para observarlo, y es así como me doy cuenta de que es lindo ¿Por qué no lo noté antes? De repente me doy cuenta de que lo estoy mirando intensamente y me reprendo mentalmente. Decido regresar a mi libro y lo hago, pero sin mucho éxito, llevo leyendo la misma línea varias veces.
No puedo evitarlo, mi mirada va automáticamente hacia él, que está de pie algunas filas de asientos por delante. Siento que llevo una eternidad mirándolo justo cuando él voltea su mirada hacia mí y me sonríe ¡me sonríe! Pero claro, como la boba que soy en lugar de sonreírle, solo bajo la mirada hacia mi libro, el cual sigo sin poder leer, pero finjo que lo hago y que es muy interesante.
Un rato después me atrevo a mirarle nuevamente y él me vuelve a mirar y esta vez, me armo de valor y le sonrío y cuando me doy cuenta, hacemos eso de mirarnos a cada rato.
Falta poco para bajarme y por primera vez en mi vida no quiero hacerlo, regreso la mirada hacia donde el está y no lo veo, muchas personas bajan aquí, así que muchos se han levantado de sus lugares para bajar y sigo sin poder ubicarlo entre las personas, por lo tanto me resigno y me preparo para bajar.
Cuando es mi turno para bajar veo una mano extendida hacia mí y miro al dueño de la mano, es él y sin pensarlo mucho, tomo su mano para que me ayude a descender. De nuevo está sonriendo y no suelta mi mano, de verdad espero que tenga el mismo rumbo que yo, entonces mis esperanzas se desvanecen cuando pronuncia un “hasta luego”, me regala otra brillante sonrisa, “espero verte de nuevo“ dice mientras suelta mi mano y finalmente se marcha justo en sentido contrario al mío.
Me quedo viéndolo irse, cuando voltea y me dice “adiós” con un gesto de la mano, hago lo mismo y sonriendo me doy la vuelta para seguir mi camino, después de todo ya voy tarde, aunque no creo que sea tan malo, es más, tengo la sospecha de que me sucederá más a menudo.

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