¡Esta
sí que es una gira de despedida!
Por Jimena Martínez y Josué Flores.
Parecía ser un
miércoles como cualquier otro en un salón de clases de la Facultad de Filosofía
y Letras. En uno de los salones de clase se analizaban las más importantes
estrategias militares de la historia, que sin embargo no eran atendidas por
todos los estudiantes. Para dos amigos lo único que merecía por completo su
atención era que ese día por fin podrían escuchar a una de sus bandas favoritas
en vivo, y no era para menos, ¡Black Sabbath en su gira de despedida!
Después de soportar
heroicamente las dos horas de clase, al final eran libres. Josué y Mena se
apresuraron a salir del salón, mientras que César, su otro amigo, los esperaba
cerca del metro Copilco para ponerse en camino, directo hacia el lugar del espectáculo.
Encontrándose a unos
cuantos metros de reunirse con su amigo, alcanzaron a distinguir como César se
doblaba sobre sí mismo después de recibir un puñetazo en el estómago de un tipo
malencarado y con pinta de peligroso mientras que otros dos individuos
revisaban su mochila. Los ladrones al ver que se acercaban sus dos amigos
decidieron huir, después de todo ya habían obtenido lo que querían. Lo único de
valor que encontraron habían sido los boletos para el concierto.
No podían creerlo,
los tres se sentían desesperados e impotentes. Sentados en la banqueta sólo se lamentaban,
habían trabajado duro para poder cumplir su sueño. De repente comenzó a despertar
en Josué una ira que no conocía, por lo que decidió poner en marcha un plan. Él
trabajaba en una ferretería que se encontraba cerca del lugar, así que
decidieron ir hasta allí. Ya estando fuera del local notaron que se encontraba
estacionado el pequeño camión en el que se trasportaba la mercancía. Era justo
lo que necesitaban por lo que decidieron tomarlo prestado un momento.
Una vez los tres
dentro de su nuevo transporte, condujeron lentamente por la zona, dando vueltas
y esperando encontrarse con los maleantes. Al poco tiempo dieron con ellos, y
Josué al verlos no dudó en saltar del asiento y darles alcance, César y Mena
poco pudieron hacer para detenerlo mientras se abalanzaba sobre ellos. No
después de mucho tiempo, los tres ladrones huían lastimados y humillados
mientras que Josué con muy poco aliento caía rendido dentro del vehículo. En
una mano y casi sin fuerzas sostenía los boletos para el concierto.
Ahora sí que corría
la incertidumbre, Mena intentaba hacer que el camión arrancara pero era
imposible. Parecía que el universo conspiraba en contra suya, y ahora la ayuda
que necesitaban era mayor. Tocaba a César echar mano de sus conocimientos para reparar la maquinaria y poder continuar
su camino.
Una vez que pudieron
ponerse en marcha ya no había escalas en el viaje, nada podía detenerlos. Se
dirigieron directamente al lugar del evento, el Foro Sol aguardaba por una de
las más increíbles noches.
Los tres amigos, aún
sorprendidos de haber podido llegar hasta ahí, entraron profundamente emocionados.
Lo habían conseguido, estaban preparados para disfrutar al máximo. Comenzó el
concierto y con los primeros acordes la multitud enloqueció. Se deslizaba el
sudor, corría el alcohol, las cabelleras se agitaban y el tiempo que pasaba no
se contaba por minutos, sino por himnos coreados. Las emociones estaban a flor
de piel.
Dejándose llevar por
toda esa euforia César lanzó un vaso de cerveza con tanta puntería que aterrizó
justo en el centro del escenario. En fracciones de segundos Ozzy Osbourne
resbaló con el líquido derramado. Todo se detuvo en un instante, los acordes
languidecieron y los gritos de éxtasis se trasformaron en apagados murmullos.
El vocalista estaba muerto y nadie sabía cómo reaccionar. Ahora sólo quedaba
asimilar lo innegable, la muerte de Ozzy Osbourne era el fin del concierto y de
la gira. Sin embargo, la leyenda y el legado de los pioneros del heavy metal
vivirían por siempre.
Los tres amigos
avanzaron lentamente con la masa que fluía vaciando el lugar. Se encontraban
perdidos en reflexiones y generalizaban sobre las figuras de ídolos, héroes, y
leyendas. Intentaban analizar constructos sociales tan importantes como el que
acaban de vivir y no encontraban uno parecido al que en ese momento había
dotado de voz su juventud. Ya era un recuerdo de años inolvidables.
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