Tuesday 8 November 2016



Unas Flores Para Chabelita

Por Kayleigh Yulisa V. Villalón

Llegando a la capital me pregunté si realmente el viajezote había valido la pena, pero con todo y todo, hay la llevo. Sin frijol, chile o maíz pa’ mi tierra, no quedó de otra mas que lanzarme a la ciudad. Cada día recuerdo cuando Chabela, mi Chabelita, me daba la bendición de nuestro señor con los ojos a reventar de lágrimas. Ella me prometió que cuando regresara me prepararía un molito ¡pero de lo más rico!, como a mí me gustaba. Yo en cambio, le llevaría las flores más requetemás chulas que ¡ah, cómo le gustan a mi chaparrita!
Ya pasaron tres años y yo… pos ya no le hallo a esto. Ando y ando, entro y salgo, todo el tiempo entre las bocas del monstruo de metal que corre como coyote de una estación a otra. A veces ruge y me espanta… La mera verdad es que no me acostumbro a tanto relajo. La gente se enoja, aunque pa’ no mentir, siempre andan bien encanijados. Cuando camino entre ellos o les dejo el papelito ese -que hasta la fecha sigo sin poder leer- me miran como si trajera yo el chahuistle, o peor tantito, se hacen como si les hubiera hablado la mismísima virgencita.
Últimamente están muy recios y ando todo lleno de chipotes; me gritan, me pisan o hasta me detienen los puercos.
Como bien le digo a varias gentes, ¡yo solo vengo pa’ tener mi pan!, ¡Pa’ sembrar la sierra! Pos, ¡ay de mí, que Dios les dé entender!
Hay días buenos, cuando saco unos varios centavos en mi morral; y días malos, cuando no junto ni pa’ mis tortillas y de esos ¡tsss! hay un chorro. Hora me han tocado puros así, bien jodidos. Llevo sin comer desde quien sabe cuándo. Ya me duelen las tripas y ando con el cogote más seco que en el viaje de venida pa’acá.
Va desde la mañana y estos jijos no me han aflojado nomás nada, ¡ni una mendiga sonrisita!
Está todo muy apachurrado y ya me arden los pies, mejor voy a echarme tantito en lo que se baja la bola. ¡Ay hombre! Estos chilangos nomás dan aventones, ¡A puros garrotazos como las mulas! Si se asomaran más lejos de lo que les dejan sus narices... ¡Híjole, chilangos del demonio! ¡Me abrieron el morral! ¡¿Pero cómo?! ¿¡Cuándo?¡ ¡¿Mis centavos, mis cosas?! ¡¿Mi sierra?! ¡¿Mi casa?¡ ¡¿Mi Chabelita?!... ¡Estoy pero si reteamolado! ¡Pero bien fregado! ¡Chihuahua! ¿Cómo le voy a hacer…? ¿Cómo le voy a explicar…? ¡Dios mío, por qué a mí! ¡¿Por qué a tu hijo más jodido?!… Oigo rugir de nuevo al monstruo, ya no le tengo miedo, es el momento de que me coma ¡Ya me toca! ¡Si tú quieres padrecito, que así sea! ¡Y tal vez así ella me traiga flores, y yo con mi sangre, haga que alguien le dé un molito!


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